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Sensibilidad cultural

Los sistemas de salud deben desarrollar una sensibilidad cultural que permita hacerse cargo de este gran desafío, para ello es necesaria una mirada amplia, integradora que considere distintos modelos y concepciones de salud, con un enfoque holístico, en el sentido de preguntarse por qué ocurre alguna situación, integral en el abordaje de la atención de salud, considerando los puntos de vista de los involucrados.

Volviendo al enfoque de derechos humanos esta práctica permite que se ejerza adecuadamente el derecho a la salud y esto se logra a través de servicios que sean aceptables y adaptables, teniendo en consideración las particularidades culturales de las personas, en este caso de las personas inmigrantes. Todas las personas son iguales en derechos, pero diferentes en identidades personales. Se debe reconocer la diversidad cultural y proporcionar alternativas para que todos puedan gozar de sus derechos.

Este enfoque debe primar a lo hora de desarrollar acciones de salud con personas inmigrante. Respecto a las acciones en salud, en palabras de Ana M Alarcón, Aldo Vidal y Jaime Neira Rozas

“Las estrategias de comunicación intercultural aparecen como factores que disminuyen las barreras sociales y culturales entre equipos de salud y usuarios. El mejorar los procesos de comunicación y diálogo, promueve una mayor comprensión de las expectativas de ambos actores y a la vez mejora el nivel de satisfacción de los usuarios con el sistema de salud biomédico”.

Solo en la medida que los actores, funcionarios de salud y personas inmigrantes, sean críticos respecto a sus culturas de origen, relativicen sus apreciaciones, incorporen sus miedos y aprehensiones, se puede generar la apertura que requiere la atención de salud.

Existe abundante evidencia respecto a la necesidad de avanzar en la disminución de barreras de acceso de carácter cultural, para lo cual se plantea una orientación de toda la organización a la equidad y como parte de ello la interculturalidad. En esta línea, se señala como buena práctica el uso de mediadores culturales, traductores en los casos que sea necesario y la capacitación de funcionarios de salud en el desarrollo de competencias culturales .

La competencia cultural “se entiende clásicamente como el conjunto de habilidades académicas e interpersonales que permiten a los individuos aumentar su comprensión y apreciación de las diferencias sociales y culturales en y entre grupos” .

¿Qué necesitan los profesionales para ser culturalmente competentes?

  • Contar con un plan de formación para aumentar la competencia cultural integrada en el programa de formación continua de la organización.
  • Ser conscientes de su identidad cultural personal y de cómo puede influir en su interacción con personas de otras culturas.
  • Comprender la influencia de las características culturales para comunicar, sobre determinados comportamientos y reacciones.
  • Respetar las creencias de otras personas y los valores que consideren importantes.
  • Apreciar que la reacción de las personas ante determinadas situaciones puede ser muy variada según su proveniencia cultural.
  • Evitar estereotipos basados en generalizaciones sobre las supuestas características de un grupo.
  • Ser consciente del impacto de la discriminación, la opresión y los traumas históricos en la vida diaria de las personas.
  • Valorar el esfuerzo de comunicarse en una lengua que no es la materna y estar atento a las señales de comunicación no verbal.